Álvaro V. Ramírez-Alujas Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Universidad Complutense de Madrid.

Innovación en la Gestión Pública y Gobierno Abierto: Una vieja nueva idea

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PUBLICADO EN: Revista Buen Gobierno nº9

La innovación en la gestión pública ha sido reconocida como el eje de los nuevos esfuerzos por reactivar y potenciar el papel de los Gobiernos y las Administraciones Públicas frente a la complejidad y nuevos escenarios que impone el siglo XXI. El artículo discute la relación entre innovación y el cada vez más obsoleto paradigma de la Nueva Gestión Pública (NGP) para luego, intentar debatir acerca de las supuestas ventajas y potencialidades del concepto de Gobierno Abierto, como nuevo enfoque de cambio y reforma en el sector público. Como resultado de la revisión de los casos y experiencias analizadas, concluimos en la necesidad de avanzar en el diseño de plataformas de emprendimiento y aprendizaje colaborativo tanto al interior de los gobiernos como en su relación con otros actores de la sociedad civil y el sector privado, reconstruyendo los valores que sustentan el espacio democrático.

Nodo 1. Escarbando desde las cenizas de la Nueva Gestión Pública (NGP). La crisis permanente, las respuestas inconclusas y la situación actual de la Administración Pública.

Las ciencias de la administración pública actualmente se encuentran huérfanas de nuevas aproximaciones sobre cómo asumir los retos y desafíos que el Estado y sus instituciones han debido y seguirán enfrentando en el nuevo milenio. Parece extraño pero el éxito y propagación de las recetas fraguadas al alero de la corriente de la Nueva Gestión Pública (NGP) no sólo ya parecen anacrónicas y en algunos casos, inaplicables, sino que su legado se ha desvanecido frente a un escenario de perplejidad e incertidumbre que, por lo visto hasta ahora, llegó para quedarse por un largo tiempo. Resulta paradójico pero la NGP ya no tiene nada de “nueva”.

Ello se suma a la emergencia de nuevas corrientes que además de negar los fundamentos que sirvieron de base para erigir nuevos modelos y estrategias de reforma en los servicios públicos, contradicen gran parte de la intuición ideológica y técnica que sustentaba su aplicación y que, dicho sea de paso, potenciaba el forzar a las administraciones públicas a recorrer un camino para el que, en innumerables casos, no estaban preparadas ni se tenía la infraestructura organizativa y de procesos (hardware) que soportara hacer correr “nuevos programas” de modernización (software), todo lo que devino en fracasos y problemas aún mayores en los sistemas político-administrativos que las impulsaron. Prueba reciente de ello lo constituye el cambio radical que ha impulsado el nuevo gobierno de Cameron en el Reino Unido, para muchos paradigma ya clásico de la NGP, al iniciar un proceso de fusión y simplificación de agencias reguladoras en el área de la sanidad pública y la investigación médica, es decir, la otrora clave estratégica y signo latente de los procesos de reforma del sector público en el mundo – como ha sido la creación y gestión a través de agencias (“agencialización” como se le llama en la literatura)-, imitado y replicado a más no poder, comienza a dar los primeros signos de agotamiento y probable extinción, justamente en el país que las concibiera intelectualmente y que propugnó su utilización masiva como estrategia “moderna” de cambio y reinvención de lo público, acompañada de un convincente discurso acerca de sus bondades y potenciales beneficios para la sociedad.

No sabemos aún si esto terminará siendo una tendencia que tendrá algún impacto en otros sectores donde se han creado agencias o si, para tranquilidad de los acólitos de la NGP, sólo es un caso particular –y excepcional- en un área de trabajo compleja que, como tantas otras, se ve presionada por los esfuerzos del gobierno en reducir el gasto público, racionalizar el uso de los recursos y buscar nuevas fórmulas para acometer y superar los costos de la crisis económica que, pese a todo, sigue siendo parte importante de la agenda política de nuestros gobiernos. Sea cual fuere la respuesta y los resultados futuros de este debate, promueve una reflexión que complementa el presente análisis y nuevamente nos lleva a la pregunta de fondo5: ¿Y ahora qué? ¿Seguimos replicando los dispositivos creados sobre la base de la NGP de manera incremental, actualizada y perfeccionada o intentamos encontrar nuevos senderos más allá de los límites de su hegemonía en los últimos 30 años?

Visto de este modo, no podemos seguir gestionando como lo hemos venido haciendo hasta ahora, ello debiéramos tenerlo muy claro a estas alturas. Las obsoletas tecnologías de gestión con las que hemos intentado manejarnos en estos primeros años del siglo XXI han resultado del todo insuficientes para resolver los viejos problemas – arrastrados y como herencia de dicha precariedad en el pasado – y no nos permiten asumir de manera efectiva los nuevos desafíos y el carácter impredecible e inestable que nos presentan las nuevas realidades y sus contextos asociados. La fatiga (y parálisis) paradigmática es evidente y requiere actuar en consecuencia.

Inclusive la propia palabra “gestión” nos parece ahora no sólo ambiciosa en el actual contexto, sino que soberbia y arrogante frente a los hechos que enfrentamos. ¿De verdad es factible “gestionar” el caos, la incertidumbre y la perplejidad en nuestras sociedades? Recordemos que la interpretación tradicional que se asocia al concepto gestión apela a las variables de control, racionalidad, intervención y manejo del entorno, etc. Son otras las capacidades necesarias para lidiar, asumir y resolver exitosamente la encrucijada de los desafíos adaptativos que enfrentan nuestras sociedades en su búsqueda por la estabilidad y respuestas adecuadas a los tiempos que vivimos.

Si ello es vital en el mundo de los negocios y en los ecosistemas económicos, en el sector público implicaría un punto de inflexión crucial en la manera de entender los asuntos públicos al punto de transformarse en un imperativo que nos exige reflexionar acerca del Estado y sus instituciones desde una perspectiva metasistémica, que supere los límites y restricciones de mirar y re-mirar permanentemente el aparato políticoadministrativo como una cosa (máquina, proceso, medio), para trascender en una mirada que involucre distinciones tales como democracia, buen gobierno, entre tantas
otras. Una mirada más orgánica, más ligada a las emociones cívicas, más centrada en el ser humano y las instituciones que construye para la convivencia social.

De allí que se ha instalado más recientemente el concepto de gobernanza, como una form
a de superar el reduccionismo racional-economicista de la NGP. La gobernanza puede entenderse como el conjunto de arreglos institucionales mediante los cuales se preparan, adoptan y ejecutan las decisiones públicas en un entorno social determinado. Esta noción descriptiva es frecuentemente complementada por los estudiosos con aproximaciones normativas que enfatizan unos u otros aspectos de las interacciones que ocurren en la esfera pública. A estos efectos, es posible contrastar ambas miradas y hacer prospectiva respecto de los desafíos que enfrentamos desde la nueva mirada de la gobernanza y de su aproximación hacia el emergente terreno de la innovación y nuevos paradigmas sobre la gestión en el espacio público.

Nodo 2. El fenómeno de la innovación en el sector público: ¿Una moda más o la génesis de un modelo emergente para refundar lo público? Una breve síntesis.

Nodo 3. El camino entre el fenómeno de la innovación en el sector público y el Open Government. ¿Innovación radical o recuperación/aplicación de una vieja (buena) idea? Un puente en construcción (colaborativa).

Nodo 4. Open Government: ¿Un nuevo paradigma en gestión pública?

Nodo 5. Gobierno Abierto: De los principios a la práctica. Tres casos emblemáticos y unos cuantos lugares comunes.

Nodo 6. El camino por recorrer: ¿Qué falta para que el Ogov sea una alternativa real como paradigma de recambio? Reflexiones al borde de lo posible.

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