Presentación del Diccionario de administración electrónica

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30/09/2016
FUENTE: EL BLOG DE VÍCTOR ALMONACID

Con motivo de la Presentación en sociedad de nuestro Diccionario de Administración electrónica y transparencia, dentro del Congreso Novagob 2016, damos a conocer la Exposición de Motivos de la obra para su difusión en un momento que consideramos muy oportuno, a tan solo 4 días de la entrada en vigor de la Ley de Procedimiento.

Las pocas dudas que podían quedar sobre la necesidad o no de implantar el procedimiento electrónico quedan disipadas con la aprobación –e inminente entrada en vigor– de las nuevas leyes de procedimiento y régimen jurídico.

Una de las definiciones que comprende la presente obra es la de administración electrónica, recordemos, el «uso de las TIC en las AAPP, combinado con cambios organizativos y nuevas aptitudes, con el fin de mejorar los servicios públicos y los procesos democráticos y reforzar el apoyo a las políticas públicas (Comisión Europea)». Este es el ámbito objetivo del Diccionario. Es en este sentido amplio en el que debe entenderse la ya tan manida expresión, que en nuestro propio vocabulario ya ha sido sustituida por «administración digital», aún más amplia, y que va mucho más allá del mero procedimiento electrónico. Es por ello que, superando el título de la obra: «Diccionario de administración electrónica y transparencia», esta abarca por supuesto la administración electrónica, ya en su dimensión de administración digital –incluyendo las relaciones jurídico formales, de procedimiento, y las relaciones informales, como las RRSS– y con especial consideración de la contratación electrónica; la transparencia –como pilar del Gobierno abierto–; la Smart City; y en definitiva todos los términos relacionados en lo que, entendemos, es y debe ser el sector público del bien entrado siglo XXI, siempre un poco más desde la óptica de la administración local.

En cuanto a los términos que se definen, su variada recopilación está al servicio de la finalidad del Diccionario. Y esta no es otra que la de acercar la administración electrónica a todos los profesionales y responsables públicos, pero, incluso por encima de esta noble empresa, pretendemos derribar de una vez por todas la Torre de Babel existente en las AAPP, recogiendo y proponiendo un único idioma administrativo universal en el que se puedan entender los jurídicos con los informáticos, los arquitectos con los archiveros, los economistas con los subalternos; y todos ellos entre sí, y con los políticos. Se verá que el Diccionario recoge los términos propios de esa administración electrónica en sentido amplio –cuya base es jurídico-técnica–, pero también términos propios de la rama informática, de la archivística, y de las relaciones digitales. En definitiva, debemos empezar a hablar todos el mismo lenguaje, o al menos entenderlo, porque hoy en día todos los proyectos son multidisciplinares y la coordinación interadministrativa, interdepartamental, interpersonal y entre colectivos, es más importante que nunca.

No era tarea fácil, y para ello hemos acudido a diversas fuentes. Por supuesto en primer lugar a las nuevas leyes de procedimiento y régimen jurídico, que abanderan el nuevo –y definitivo– procedimiento electrónico y que hacen más necesario, si cabe, este Vocabulario, pero también a otras normas como la ley de transparencia, la ley de impulso de la factura electrónica, la ley de firma electrónica, los reglamentos que regulan los esquemas nacionales de seguridad e interoperabilidad, sin olvidar la normativa europea, como la Directiva sobre contratación pública o el Reglamento de identificación electrónica; y otras fuentes como el Catálogo de Servicios de Administración Digital de la Dirección de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (actualizado a abril de 2016), el Diccionario de Terminología Archivística de la Subdirección General de los Archivos Estatales, el Diccionario de términos informáticos de Wikimedia, y un Diccionario de Redes Sociales.

Sin embargo, hemos considerado lo más honesto –y lo más «accesible»–, rehacer algunas definiciones a fin de homogeneizar el lenguaje, allí donde era posible, e incluso anotar in fine y hacer comentarios personales, derivados de nuestra experiencia y conocimientos prácticos, que a buen seguro no aparecen en ninguna fuente estándar. Para facilitar aún más la comprensión, los términos suelen tener asociado uno o varios vocablos relacionados para que, estudiados conjuntamente, se mejore esa visión de conjunto, máxime cuando todos los conceptos están conectados y muy difícilmente se entienden de forma aislada.

En resumen, el Diccionario debe servir a todos, para mejorar individualmente –«nuevas aptitudes”– y también en pos de la aludida coordinación. Y debe servir también a esos opositores que, por primera vez, van a encontrar en su temario cuestiones como materias de la mayor actualidad, sobre todo en los «Temas de organización, planificación y dirección» que deben preparar los candidatos a Secretarios e Interventores, como son «Gobierno en red», «administración electrónica», «Smart cities», «función directiva», «planificación estratégica», «evaluación de los recursos humanos», «racionalización de estructuras y procesos para la orientación a resultados en apoyo a la mejora continua», «gestión de la calidad en las Administraciones Públicas», «nuevas formas de gestión de los servicios públicos locales, partenariados público-privados y gestión de alianzas y redes», «innovación social como elemento de transformación y empoderamiento ciudadano», y «eficiencia social de los ingresos y gastos públicos», entre otros. Administración electrónica, funciones directivas, ciudades inteligentes, planificación, evaluación, calidad, colaboración público privada o gobiern
o abierto, deben ser por tanto «poderes» que atesoren las nuevas generaciones de habilitados de carácter nacional, –destinatarios esenciales del presente Diccionario–, porque se las van a exigir desde el principio. A los «viejos», se nos exigen igualmente, por lo que estamos obligados a formarnos en materias que desde luego no estudiamos ni en la carrera ni en la oposición. Pero es absolutamente necesario porque no creo que nadie piense que cobre la nómina de mayo de 2016 porque aprobó una oposición en 1988. No se trata de memorizar los casi 700 términos del presente Diccionario, sino de ser capaces de entenderlos y de trabajar con ellos.

En el apartado de agradecimientos, destaco en primer lugar a mi apreciada compañera Conchi Campos, de quien de algún modo arrancó todo sugiriéndome una versión en formato «artículo de El Consultor» del Diccionario que ya había publicado en mi blog. Dicha versión, la que ella me pidió, existe, pero enseguida me di cuenta de que este proyecto era per natura mucho más ambicioso. Y lo era hasta el punto de que, finalmente, ha supuesto un gran esfuerzo de simplificación y «expurgo» a fin de condensar todas las palabras que consideraba importantes en las citadas casi 700, reduciendo también algunas definiciones, cuya importancia me animaba a hacerlas enciclopédicas, para ajustarlo todo al centenar de páginas en total. Agradezco a la editorial, Wolters Kluwer, la publicación; y estoy seguro de que ella también me agradece haberla elegido al entender que era el foro adecuado para que, en palabras de la propia Conchi, este vocabulario llegara a algunas personas que jamás lo habrían leído en Internet –y que son sus destinatarios principales–. Este era un aspecto muy importante. Este agradecimiento a la editorial deseo personalizarlo en Lourdes Bernal, la razón principal por la que seguimos colaborando después de tantos años.

Agradezco su colaboración y apoyo, por distintos motivos, a Eulalio Ávila (COSITAL), Miguel Ángel Davara (gran especialista en Derecho de las TIC), Francisco Rojas (Novagob), y Julio García (Ayuntamiento de Alzira), compañero y amigo a quien en un Diccionario como este definiría como «la persona que más sabe de administración electrónica de España».

Y agradezco a mi familia, en especial a mi madre, Aurora Pilar, por seguir al pie del cañón con la misma fuerza. Y a mi padre, Domingo Almonacid, a punto de cumplirse una década desde su fallecimiento (cómo pasa el tiempo), pero que sigue siendo la mayor influencia positiva en mi forma de ser y trabajar.

Les dejo con el Diccionario de administración electrónica. Quedémonos con que la administración electrónica es el uso de las TIC combinado con nuevas aptitudes. Es el momento pues de reforzar nuestras aptitudes, para lo cual un buen inicio sería ir familiarizándonos con los términos jurídicos, técnicos, tecnológicos y archivísticos que entrarían en este concepto amplio de administración electrónica, abarcando contratación, Transparencia-Gobierno abierto, Smart Cities, y otros conceptos relacionados, todo ello actualizado legalmente a fecha de junio de 2016. Como todo Diccionario, es un libro eminentemente de consulta. Consúltelo, pero también léalo. Léalo para mejorar en administración electrónica, y si cree que el tema no va con usted, entonces léalo para mejorar en cultura general, que eso sí que va con todo el mundo, un mundo, por cierto, que ha cambiado radicalmente en las dos últimas décadas. Ahora el ciudadano es otro, y la administración, que existe por y para este, también debería serlo.

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