Álvaro V. Ramírez-Alujas Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Universidad Complutense de Madrid.

Sobre la aplicación y desarrollo del concepto innovación en el sector público

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El uso del concepto de innovación se ha transformado de manera progresiva en un lugar común en diversos sectores del quehacer económico y social, y en años recientes se ha ido incorporando tímida, gradual y fragmentadamente como una fuente de potenciales cambios en los gobiernos y en los modos de funcionamiento y resultados de las administraciones públicas (Ramírez-Alujas, 2010).

En este contexto, el propósito de este artículo es indagar sobre el origen del concepto, sus principales dimensiones y características asociadas, y los efectos que puede involucrar su aplicación en el ámbito de la gestión pública, en aras de configurar un marco de referencia particular que posibilite acuñar una plataforma conceptual específica bajo una mirada anclada en las organizaciones del sector público (estado del arte).

Así, en la primera parte se sistematiza el debate sobre el fenómeno de la innovación, en términos genéricos, y se discuten sus principales dimensiones y características. Luego, se reflexiona sobre la aplicación de dicho concepto al sector público, las dificultades para utilizarlo en vinculación a los recientes procesos de modernización administrativa, y las diversas definiciones y alcances presentes en la literatura analizada al tratar de configurar una mirada común y de aplicación práctica en el tejido organizativo y de performance en el espacio de la gestión pública.

De forma complementaria y para enriquecer el debate, se esboza una propuesta de taxonomía que distingue diversos tipos de innovación en el sector público (de proceso, servicio o estrategia; incremental, radical y transformacional), se identifican las principales barreras y obstáculos presentes en clave comparada, y se proponen una serie de factores que ayudarían a promover y desencadenar su desarrollo.

Finalmente, se presenta una síntesis de los hallazgos y paradojas existentes a modo de conclusión, y se exponen una serie de recomendaciones e ideas concretas para seguir consolidando la aplicación y desarrollo de la innovación en el sector público.

Álvaro Vicente Ramírez-Alujas
Revista Circunstancia nº 26

1. Obertura: La innovación como disciplina y ámbito de estudio.

Para la OECD la innovación radica en “la aplicación de una nueva o significativa mejora en un producto (bien y/o servicio) o proceso, un nuevo método de comercialización, o un nuevo método de organización en las prácticas de negocio, lugar de trabajo o en las relaciones externas” (OECD, 2009:40). Junto con ello, se afirma que la innovación se ha venido posicionando como un factor clave en el crecimiento y desarrollo de las economías que, rápidamente, ha pasado de ser una moda pasajera a un imperativo de supervivencia para la competitividad de las empresas, países y finalmente, los Estados y sus instituciones.

La innovación puede entenderse como la aplicación de nuevas ideas, conceptos, productos, servicios y prácticas, con la intención de ser útiles para el incremento de la productividad en un determinado ámbito de acción. Se afirma que un elemento esencial de la innovación –en su acepción más amplia- es su aplicación exitosa de forma comercial, por lo que no sólo hay que inventar algo, sino, por ejemplo, introducirlo en el mercado para que la gente pueda disfrutar de ello.

En esta línea argumental, se ha afirmado en reiteradas ocasiones que la innovación es sinónimo de cambio, y que ello es constitutivo del espíritu de la época (zeitgeist) que vivimos (Plamping, Gordon y Pratt, 2009), y que pese a los obstáculos y resistencias que se presentan en las organizaciones (ya sean éstas públicas, privadas o de voluntariado o tercer sector), es necesario ser conscientes de que la “innovación es arriesgada, pero no innovar es aún más arriesgado” (Escorsa y Valls, 1997:18). Partiremos entonces, utilizando una definición simple de este no trivial y elusivo concepto para ilustrar el debate que sigue: “Nos estamos refiriendo a una idea nueva hecha realidad o llevada a la práctica” (Escorsa y Valls, 1997:18).

No obstante, la innovación “es una actividad compleja, diversificada, con muchos componentes en interacción, que actúan como fuentes de las nuevas ideas, y es muy difícil descubrir las consecuencias que un hecho nuevo puede llegar a ofrecer” (Escorsa y Valls, 1997:25). Sin embargo, más allá del amplio alcance que tiene el concepto y su proceso asociado, podemos distinguir entre innovaciones de tipo radical que suponen un quiebre o ruptura profunda respecto al estado anterior, e innovaciones de tipo incremental, formadas por mejoras de los productos, servicios o procesos ya conocidos. Unas y otras son importantes al mirar el contexto del sector público en particular: Las radicales porque producen mejoras espectaculares en los resultados (sin que la mejora en los costes sea la variable relevante) y las incrementales porque se concretan, precisamente, en la reducción de los costes y el mejoramiento continuo. Ello nos será particularmente útil más adelante cuando podamos contrastarlo con los modelos específicos que se han elaborado para el sector público y con la (poco sistemática) evidencia empírica y casos disponibles para validarlos.

2. La innovación en el sector público: ¿De qué estamos hablando?
3. ¿Por qué innovar en el sector público?
4. Taxonomía y tipos de innovación en el sector público.
5. Las barreras y obstáculos a la innovación en el sector público.
6. Factores facilitadores o de fomento a la innovación en el sector público.
7. Conclusiones y síntesis global.

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