PUBLICADO EN: ADMINISTRACIONES EN RED
La Administración electrónica, una vez despojada de sus ambiciones de cambio organizativo y enriquecimiento democrático, consiste, sobre todo, en proporcionar servicios de manera online. Desde un punto de vista de marketing de servicios, estamos hablando de “sistemas de autoservicio”. Es un equivalente a lo que han hecho la mayoría de los surtidores de gasolina, desde que se les ocurrió invertir en guantes de polietileno para que cada usuario se sirva su propio combustible.
Las reglas del autoservicio son muy estrictas, como saben bien las entidades bancarias desde que instalaron los
La tasa de conversión es la medida en que nuestros usuarios hacen lo que queremos que hagan. Pongamos un ejemplo. Cuando montamos un servicio de tramitación de ayudas online, en realidad estamos proponiendo una gymkana que consiste en: acceder a nuestra web, encontrar información, pinchar una serie de enlaces, cumplimentar algunos campos, identificarse o firmar, quizá escanear información y adjuntarla y cerrar el proceso de manera correcta. La tasa de conversión es la medida en que un usuario consigue superar esa gymkana.
La realidad es muchísimo más cruda. Cuando ocupé el cargo de director de atención ciudadana, encargué un estudio de usabilidad para conocer la tasa de conversión de nuestros nuevos servicios de tramitación online. Para ello, se propuso a diez personas voluntarias una serie de objetivos (encontrar alguna información y completar un trámite). Ninguna de las diez lo consiguió. Tasa de conversión = 0%. Tasa de fracaso = 100%.
Hay que tener muy presente que, cuando el servicio se presta de manera personal, hay mil ocasiones de ayudar al ciudadano en este proceso. En régimen de autoservicio, en cambio, todo necesita estar finamente ajustado. Por ejemplo, no vale pedir que se descarguen un manual en pdf de 30 páginas, o que antes de tramitar se traguen un vídeo explicativo. Aún más, las personas que atienden los servicios presenciales consiguen mejorarlos continuamente, gracias a que sufren con el ciudadano los errores de diseño, mientras que en el canal digital el ciudadano sufre en solitario, de manera que no se genera la necesaria empatía por parte de los trabajadores públicos.
Aún así, volvemos a lo de siempre: ¿por qué la banca electrónica o la compra en Amazon resulta tan sencilla y, en cambio, los servicios públicos son tan inaccesibles? Porque no hay nadie en la Administración -con suficiente poder- que vele por el resultado de los servicios online, por la tasa de conversión. Demos poder a una unidad para velar por los servicios online y asignémosle como medida del éxito la tasa de conversión. Los primeros responsables se ganarán el cese fulminante -con licencia para arrastrar a otros culpables en su caída. Al tercer cese, veréis cómo va mejorando el servicio.
En mi paso como director de atención ciudadana, redactamos una propuesta de Decreto que diera soporte a estas ideas. El proyecto se nos fue de fechas y, por cuestión de semanas, no llegó a tiempo de ser aprobado. Quien le interese, puede consultarlo en la sede electrónica de euskadi.net. Merece la pena retomarlo.
Mi agradecimiento a Gemma Muñoz, que explica muy bien qué es la tasa de conversión, en este post.